Cruzando el cielo, pintando nuestros cuerpos, rozando el frío, cayendo. Esquivando, escribir sin pensarlo. Lo que nos hace seguir. Un compás, una forma de que todas las piezas encajen. Una, dos, tres en raya. Localiza el núcleo, atraviésalo. Tú dejas al aire sin aliento. Tú hiperactivizas al speed y haces que el cielo se adapte a tu forma. El mundo gira demasiado despacio. No sincroniza con el ritmo de mis latidos.

martes, 9 de noviembre de 2010

La reina del baile de primavera.

Grita sola, tu mirada llorándote. Y tus labios te preguntan que por qué lo has hecho. Te has cortado el pelo, yo tengo que llevar sombrero y tus sonrisas me han dejado de doler. Ya no fumas de liar, ya no manchas de tiza la Luna, y, cuando te da la una, te reprochas el café. Los cortes que te hicieron los cristales que rompimos ya han cicatrizado sobre tu piel, y las copas de brugal ahora son tazas de té. Tu abrigo huele a él.

Y hago coros a tus labios, preguntándote qué tal. Te delata la misma respuesta de siempre, acusando y proclamando asesinas a las horas que te matan cada lunes a primera hora. Trabajas de día, ganando dinero para dormir en caliente. Duermes acompañada, y tu casa tiene dos baños. Tu estática felicidad es la clave y culpable de tu torcida sonrisa. Ya no hay nada que te perturbe, te has acostumbrado a lo que tanto odiabas dándole una oportunidad a la monotonía. Qué has hecho con tu rojo vestido corto, reina del baile.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Espectáculos de magia a principios de mayo.

Hizo una reverencia, los niños aplaudieron entusiasmados mientras hacían comentarios sobre una inexistente, y falsa rama de la ingenuidad; la magia. Sonriendo, y pretendiendo proseguir con el siguiente truco, mandó callar a los presentes.
-Ahora, necesito un voluntario que ayude a seguir con la función. - hizo que buscaba con la mirada algún ayudante perfecto entre todos los niños, que levantaban sus manos pidiendo pisar el escenario, y señaló al azar. - ¡Tú! Suba usted, señorito. ¿Cuál es su nombre?
- Sebastián, Señor Mago.
-¡Muy bien, Sebastián! Pues, lo que tiene que hacer usted... - dijo señalando su chistera. - es decirme cualquier aquella cosa que quiera que aparezca dentro de mi sombrero.
-¿Y aparecerá?
-¡Solo si hay suerte...!
-Pues verá, Señor Mago. Es una pregunta complicada la que usted me esta pidiendo que conteste. Pedirle que sacara un conejo blanco o cien palomas mensajeras, sería, a la par que muy típico, muy rebuscado. Ya que con mis pocos, que no inválidos, conocimientos, puedo asegurarle que debido a la relación entre espacio y masa que contendría, sería ilógico, descabellado e imposible que pudiera efectuar su, no dudo que brillante, truco. Por lo tanto tendría que pedirle que sacara de su chistera algo de reducida dimensión, nunca mayor que el espacio que podría contenerlo, pero eso no tendría más misterio que haber depositado horas antes aquel objeto, y sacarlo ahora bajo el asombro del público. Así que, descartando cualquiera de las dos opciones, podría pedirle que sacara algo imposible de sacar, con lo que podría demostrar en ese mismo momento, la inexistencia de la materia que practica. Algún ente abstracto como puede ser la inocencia, la incredulidad, o, en qué mejor momento, la mismísima magia.

-Veo que usted no cree en la magia, Sebastián.
-Y no solo eso, Señor Mago, si no que pienso que usted tampoco, y no pretendo ofenderle.


Bajo el absoluto silencio de todos aquellos niños, la gran mayoría menores que Sebastián, el Señor Mago observaba al chico sin ningún tipo de frustación en su mirada. Rebuscó en los bolsillos de su chaqueta negra, no muy elegante, sin resultados en su búsqueda.
-Vaya, no encuentro mi pañuelo. Sebastián... ¿podría comprobar que no está en el fondo de mi chistera, por favor?
-Como usted desee. - Sebastían rebuscó en el sombrero, sin éxito alguno. - Quizás se lo haya olvidado en alguna parte, Señor Mago, porque aquí no hay ningún pañuelo blanco.
-Oh, sí, sí. Recuerdo perfectamente haberlo dejado ahí...
-Con todos mis respetos, Señor Mago, es imposible que se halle aquí.
-Y, con todos mis respetos, Sebastián, quizá es que usted no sea capaz de encontrarlo...¿Alguno de los presentes cree que puede?

Una decena de niños levantó la mano, esperando ser los elegidos para probar suerte.
-Usted, la señorita del vestido verde. - El mago le quitó a Sebastián la chistera y se la dió a la niña. - ¿Cómo se llama usted?
-Marta, Señor Mago.
-¡Muy bien, Marta! ¡A ver si tú tienes suerte!

 Y la niña de verde, sin ningún esfuerzo, sacó un pequeño pañuelo blanco de dentro del sombrero. Se lo dio sonriente al mago y se bajó del escenario, dejando suspendido en el aire una mezcla de incredulidad, inocencia y, en qué mejor momento, magia.

Mus

-No hay mus, envido.
-Lo veo. 
-Paso
-Envido
-...Jugador de chica...- perdedor de mus. - De una a dos, lo veo.
-Pares no.
-Pares sí.
-Juego sí.
-Juego sí.
-...Soy mano. - lo es, siempre lo es. - La mano de un niño.
-¿De farol o qué? Con la una, lo veo.

Y la grande que había envidado, tuya. Y la chica que yo había visto, de una a dos...tuya. Y llevabas la puta una de mano. Y yo, siguiéndote el  juego. Pues una de mi par de putas, y tu dos de la grande, más dos de la chica, más cinco del envite a juego y tres de la una, suman doce. Y yo había cortado mus, no me esperaba que llevaras ese juego, y creía que todo se trataba de mis cartas. Que sudo de jugar más contigo, follamos o nada.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Módulo.

Cuál es el paso. Dónde se dá el paso de no sentir, a sentir. De dónde surgen los sentimientos, y por qué tienen una dirección. Por qué se pasa de la atracción al amor y sin querer, por qué empezamos a querer, si no queremos querer hacerlo. Y nunca existe el amor no correspondido, y debe de ser que me quieres entonces, pero no me lo dices. Debe de ser mi optimismo, debe de ser mi ese yo de dentro de mí que me hace volar cuando sé que no es posible. Porque no puedo volar, pero sé que vuelo, que vuelo, que vuelo...Que vuelo, que vuelvo a volar.

Ni tú buscas amor, ni yo no sé de sentir; y si tú buscas sexo, yo sé de cama. Si buscas hablar, sé de palabras; si buscas reir, sé mucho de droga; si buscas música, yo sé cantar. ¿De tranquilidad? Sé de nicotina. ¿Y de descontrol? El Speed, la cocaína, el LSD, ya han visitado mis neuronas. Si no buscas nada, sé de rendirme. Si buscas alguna de esas cosas, has visto que sé mentir. Puedo ser quien quieras en el momento que tú quieras. Pero enamórate de las cosas que no sé hacer. Enamórate de la pintura de mis manos, de mis contestaciones y mis figuras retóricas. Enamórate de mis expresiones, de mis colores, de mi forma de tocar. Es lo único de lo que sé; sin mentirte, solo sé de arte. Tendrás la oportunidad de besar al arte en estado puro si me besas. Tendrás la oportunidad de tocar el naranja con los dedos, y en vez de mostrar tus sentimientos con el color, puedes hacerlo hacia el color. Deja un trazo en el lienzo de mi mente cuando se queda en blanco. Pon tu firma, hazme volver.

Feme se vuelve loca, Feme escribe sin pensar, Feme necesita follar, Feme necesita tocarte, Feme sabe que no es idiota, y que solo quiere, quiere, quiere, quiere, quiere, quiere más cosas idiotas. Dáselas.

martes, 26 de octubre de 2010

Estadística y probabilidad.

Tocó cara. Rompimos los cristales y nos escapamos por la puerta de atrás mientras sonaba la alarma de incendios. Con una litrona en la mano, la sangre hirviendo y el cáncer en los pulmones. Basta de andar, corrimos. Tiramos piedras, nos subimos a los tejados. Volamos. El miedo se ahogaba en el alcohol y las neuronas saltaban y corrían, y se retorcían contentas nadando en SPEED. Expulsamos el oxígeno que no nos dejaba respirar y volvimos a casa corriendo por las escaleras. Echamos abajo todos y cada uno de los muebles, rompimos todos los muelles. Mojamos las galletas en cerveza y tú te lo tomaste muy en serio.

Tiramos la moneda. Cara. En tu moneda, estadísticamente siempre, sale cara. Fuimos a por más piedras. Y te tomaste nuestro juego tan en serio, que la vida nos parecía una puta broma.

Para tí, de todavía yo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Tendiendo a infinito.

HOY Feme habla de ella. De amor, que hace más de un año que lo siente consecutivamente, y hace dieciséis que empezó a sentirlo. De arte; antes, ahora y para puto siempre. De sexo, tres años y activo; de amistad, mucha y superflua. De Villalibre, simultáneamente hablando de libertad, felicidad e inspiración. De naranja como su pelo y de blanco como su piel. De odios y miedos; romper preservativos, embarazos no deseados, de estar gorda, de anorexia, de porros. De puta felicidad; sexo, arte, sexo, alcohol, sexo, nicotina, sexo, amor, sexo y drum and bass. Bachillerato artístico, putas ganas de vivir.

Cuestiones sobre luces.

Me dijo, con su pelo blanco y su cara de listo, 'ten cuidado con lo que deseas, porque todo lo que deseas se consigue'. Y entonces tendí a conformarme con poco, como autoconvenciéndome de que ese refrán tenía que ser cierto porque sí y punto. Me daba miedo, en cierto modo, llevarme otra desilusión y comprobar que eran solo palabras, así que empecé a tender a la simplicidad de pedir deseos idiotas a las estrellas fugaces. Porque en cuanto te alejas un poco de la realidad, parece que todos los ideales positivos u optimistas se rompen en mil putos pedazos. ¿Qué pasa, que unos deseos valen, y otros no? Digo, que para qué nos sirve la imaginación y las ganas de vivir a nosotros quienes tenemos ambas. Que yo antes de nacer, ya soñaba con la vida. Que tú después de hacerlo, sigues muerto.

jueves, 26 de agosto de 2010

Ni incógnitas, ni razonamientos.

Sexo, arte y sonreir. No hay nada más en mi vida. Y esto lo supera. No va a ser un texto perfecto, no voy a jugar con las palabras. He escrito mucho sobre Villalibre de Somoza, y todo el mundo entiende que es un pueblo, que no tiene nada en particular, que me encanta ver las estrellas tumbada en su suelo. Todo el mundo me ha oído decir su nombre y sonreir. Pero no saben cuánto puedo llegar a enamorarme de su suelo.

Entre la espada y la pared. Me cuestionan.
No vuelvas a pasarte por Madrid. Quédate muda. Sorda, manca, incluso ciega. Quédate sin ellos, sin tu música, sin tu nombre. No vuelvas a correr, no vuelvas a respirar, a comer, a beber, querer. No volverás a hacer pequeñas cosas que te gustan, como observar las nubes cambiar de color, como follar, como fumar o dormir. No volverás a esconderte en un edredón en invierno, a jugar al mus, a escribir, a pintar paredes, a jugar a que todo es un juego, a enamorarte, a cantar, a ponerte vestidos bonitos y comprarte cosas. A tiritar para que te abracen, a jugar a cap pas cap, a tocarte la punta de la nariz con la lengua, a desnudarte delante suyo. Quédate sin tu arte. Incluso sin tu arte. Renuncia si quieres volver.

Que lo hago, que lo hago todo. Que es mi aire. Que solo allí respiro, mientras que aquí me aguanto la respiración para no intoxicarme con vuestra puta vida. Aún no sabeis lo que se siente cuando te levantas por la mañana, no se oye nada y se respira bien. Todavía no sabes lo que es el oxígeno, Madrid.

domingo, 1 de agosto de 2010

Vértigo

Cuando esperas tanto tiempo para algo, pensandolo cada día, cada  hora de tu vida, cuando eso que esperas está tan lejos que no puedes perseguirlo simplemente yendo hacia ello, cuando tienes razones, pero son más importantes las condiciones, y llega el momento de que todas esas circunstancias encajan, como piezas de un puzzle, te da esa indescriptible sensación de nerviosismo, intranquilidad, te muerdes las uñas mientras todos los presentes en ese tren, camino hacia tu felicidad, callan, sentados en sus respectivos asientos, leyendo, escuchando música, sin prestarte atención. Y te da por pensar. ¿Les mueve algo en la vida? ¿Cuántas personas de este tren han sacado los billetes con días y días de antelación y los han guardado con la ilusión con la que yo lo he metido en el segundo cajón de mi mesilla, sacándolo cada día y tachando horas para usarlo? No sé, supongo que muy pocas. Por lo menos una. Por lo menos yo.

El conductor sigue su camino, que probablemente haga, no voy a decir todos, pero sí muchos de sus días, hacia León. No sé si él será escritor, no sé si será un hombre de 'relleno', como denomino yo a las personas que no son capaces de ver lo que hay detrás de la piel, no sé si le gustará pensar en que su trabajo da pequeñas oportunidades a aquellos que, como yo, tienen como condición para conseguir esas razones de las que he hablado antes, un tren.

Viajamos deprisa. Soy una persona que siente vértigo en horizontal, vértigo inverso. No me mareo cuando miro para abajo, sí cuando miro al cielo. No me mareo cuando voy rápido. Me mareo cuando me da por pensar lo despacio que gira el mundo, y lo rápido que van los latidos de mi corazón. Porque, ¿por qué te vas a marear al mirar al suelo desde una altura indeterminada, considerablemente grande? Ves el suelo, ves dónde está el límite. Pero, si miras al cielo por la noche, y ves los diminutos puntos brillantes, que también podría llamarlos estrellas si no pretendiera escribir poéticamente, y piensas: 'no doy para más. El sentido de la vista no es suficiente para ver dónde está el final de todo esto. El del tacto no me deja sentir el aire cuando está inerte, es como si no hubiera nada. Por mucho que grite, allí arriba ni siquiera sabrían de mi existencia. Y yo, aquí abajo, tengo kilómetros de aire aplastándome, ralentizando mis movimientos. Pegándome al suelo.' Eso da vértigo.

Y cuando piensas, por poner un ejemplo, lo lejos que está el continente más cercano desde Madrid capital, y recapacitas: 'Por muchos pasos que de, por muy rápido que lo haga, me cuesta la vida, literalmente, atravesar el océano y seguir andando hacia, por poner un ejemplo, Conetica.' Eso da vértigo. Mucho.

Así que, llegaré a León, desharé la maleta, y el vértigo que siento durante todo el año, desaparecerá. Porque ya no tengo que contar los kilómetros que me matarían si tuviera que moverme hasta Madrid por mis propios medios. No lo echo de menos, no quiero volver.

viernes, 30 de julio de 2010

Apocalipsis.

Empiezas sabiendo que quieres decir algo, luego no sabes cómo decirlo y, al final, te callas. Bombas, mudas cuando pueden ser desactivadas. Y explotan, cuando ya no tienen nada que perder, explotan. No puedo hacer daño a quien sé que saldrá perjudicado si la pequeña bomba de egocentrismo que hay dentro de mí, explota. Así que, como en todos los textos, dejaré alguna incógnita, como 'perjudicar a'. Por otro lado, si me callo es porque me gusta saber que si vuelvo a descomponer el mundo, a destrozar el aire para mí, a volver a gritar a la cara a la vida, a reirme de puta felicidad mientras me doy de frente contra la pared, a ti te importa; a ti te importa si me vuelvo idiota. Y hoy, la x eres tú. Hoy, no se qué puede hacerte feliz.

jueves, 29 de julio de 2010

Épsilon.

Vuelve. De todas las palabras que quiero escuchar, de todas las palabras que escribo, de todas las palabras que suenan bien, como 'metástasis', 'nova', 'catásfrofe', 'sinestesia', 'épsilon' o 'apocalipsis', la que mejor llega a mis oidos ahora, la que mejor sabe, la del color más bonito, es 'vuelve'. Más bonita incluso que 'clorofila', 'énfasis', 'efímero', 'etéreo', 'crisis', 'norte' o 'arte'. Más bonito incluso que 'conmigo'.
Vuelve, conmigo.

Más equis.

Aspiras al cielo, respiras, espiras. Y si te fijas, cuántos metros, cuántos segundos. Vértigo. La mente en blanco. No sabes cuánto color. La luz es amarilla; ¿no te da a ti esa sensación de complejidad? Como si tuvieras que despejar incógnitas, como si todo se tratase de encontrar la 'forma de'. La 'solución a'.

miércoles, 28 de julio de 2010

Despejando la incógnita.

Tardes claras, versos claros, elegancia. Echar de menos, 'aspirar a', 'soñar con'. Volar desde y hasta. Conociendo nada, recuperando lo que no estaba. Descubriendo. Innovando, metamorfosis. Determinadas situaciones que renuevan tu imagen, tu percepción del entorno. Y te mueven las palabras. El color es tu vida y juegas con ella. Ves lo que no existe, hablas con el blanco. Y te dice tantas cosas como quieras imaginarte. Subjetividad, surrealismo. Salirse de los márgenes impuestos. Torcerse al escribir. Trazar mal, y acertar.