Cruzando el cielo, pintando nuestros cuerpos, rozando el frío, cayendo. Esquivando, escribir sin pensarlo. Lo que nos hace seguir. Un compás, una forma de que todas las piezas encajen. Una, dos, tres en raya. Localiza el núcleo, atraviésalo. Tú dejas al aire sin aliento. Tú hiperactivizas al speed y haces que el cielo se adapte a tu forma. El mundo gira demasiado despacio. No sincroniza con el ritmo de mis latidos.

viernes, 30 de julio de 2010

Apocalipsis.

Empiezas sabiendo que quieres decir algo, luego no sabes cómo decirlo y, al final, te callas. Bombas, mudas cuando pueden ser desactivadas. Y explotan, cuando ya no tienen nada que perder, explotan. No puedo hacer daño a quien sé que saldrá perjudicado si la pequeña bomba de egocentrismo que hay dentro de mí, explota. Así que, como en todos los textos, dejaré alguna incógnita, como 'perjudicar a'. Por otro lado, si me callo es porque me gusta saber que si vuelvo a descomponer el mundo, a destrozar el aire para mí, a volver a gritar a la cara a la vida, a reirme de puta felicidad mientras me doy de frente contra la pared, a ti te importa; a ti te importa si me vuelvo idiota. Y hoy, la x eres tú. Hoy, no se qué puede hacerte feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario