Cruzando el cielo, pintando nuestros cuerpos, rozando el frío, cayendo. Esquivando, escribir sin pensarlo. Lo que nos hace seguir. Un compás, una forma de que todas las piezas encajen. Una, dos, tres en raya. Localiza el núcleo, atraviésalo. Tú dejas al aire sin aliento. Tú hiperactivizas al speed y haces que el cielo se adapte a tu forma. El mundo gira demasiado despacio. No sincroniza con el ritmo de mis latidos.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cuestiones sobre luces.

Me dijo, con su pelo blanco y su cara de listo, 'ten cuidado con lo que deseas, porque todo lo que deseas se consigue'. Y entonces tendí a conformarme con poco, como autoconvenciéndome de que ese refrán tenía que ser cierto porque sí y punto. Me daba miedo, en cierto modo, llevarme otra desilusión y comprobar que eran solo palabras, así que empecé a tender a la simplicidad de pedir deseos idiotas a las estrellas fugaces. Porque en cuanto te alejas un poco de la realidad, parece que todos los ideales positivos u optimistas se rompen en mil putos pedazos. ¿Qué pasa, que unos deseos valen, y otros no? Digo, que para qué nos sirve la imaginación y las ganas de vivir a nosotros quienes tenemos ambas. Que yo antes de nacer, ya soñaba con la vida. Que tú después de hacerlo, sigues muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario